



El incio de todo
Origen y descubrimiento
Al descubrir América, los colonizadores encontraron en los nativos un pueblo hospitalario que les ofrecía una infusión llamada “Ka’a”, servida en pequeñas vasijas y bebida con delgadas pajillas de tacuara. Esta bebida se elaboraba a partir de las hojas de un árbol que, según la leyenda guaraní, había sido un regalo del dios “Tupã”: la yerba mate.
Llegada de los Jesuitas
Cuando los jesuitas llegaron a América para evangelizar, al principio combatieron la yerba mate, considerándola una planta demoníaca debido a su efecto estimulante y su conexión con una deidad indígena. Sin embargo, pronto reconocieron sus virtudes. “Ka’a” significa “yerba verdadera”, y la iglesia terminó por aceptar los beneficios de esta infusión, que renovaba fuerzas y curaba enfermedades.
Desarrollo del Cultivo
Cuando los jesuitas llegaron a América para evangelizar, al principio combatieron la yerba mate, considerándola una planta demoníaca debido a su efecto estimulante y su conexión con una deidad indígena. Sin embargo, pronto reconocieron sus virtudes. “Ka’a” significa “yerba verdadera”, y la iglesia terminó por aceptar los beneficios de esta infusión, que renovaba fuerzas y curaba enfermedades.
Proceso y Expansión del Consumo
En 1822, el naturalista francés Auguste de Saint-Hilaire clasificó botánicamente la yerba mate como Ilex Paraguariensis, originaria de la región oriental del Paraguay. El conocimiento en su cultivo y procesamiento se ha heredado de generación en generación. Hoy, la yerba mate paraguaya es reconocida por sus propiedades estimulantes y digestivas, además de ser fuente de vitamina C, convirtiéndose en un ritual de amistad y bienvenida en países como Paraguay, Argentina, Uruguay, Chile y el sur de Brasil.
